miércoles, 30 de diciembre de 2009

Mi querida hija

ecidí escribir esta carta para enviar un mensaje a mi hija, a la cual no he visto desde el 23 de septiembre, pero también para hacer pública mi rabia sobre la inconcebible situación en la que nos encontramos mi familia y yo. Soy la madre de Konstantina Karakatsani, que está siendo buscada por la asociación en “Conspiración de Células del Fuego”.

No he visto a mi hija desde hace 85 días. Esto es muy duro. El dolor, la tristeza, la locura y el trastorno que se han apoderado de mi vida y de mi mente son indescriptibles, y como si esto no fuera suficiente, desde hace ya bastante tiempo mi casa y mi familia nos encontramos tan intensamente cercados y rodeados por unos personajes poco discretos (los policías), que siento que se está invadiendo mi vida personal. Me enfurezco cada mañana cuando salgo de mi casa para ir a trabajar y los veo esperando abajo. Los veo aparcados justo detrás de mi coche; lo hacen como para recordarme en cada momento mi propia desgracia. Lo hacen tan abiertamente que me comen la alma. La situación ha llegado a un punto grotesco: a veces los pillo dormidos en su vehículo. Sí, de verás. ¡Además no vacilan en seguir también los pasos de mi otra hija, la de 22 años! Tengo aún una tercera hija, de 17 años, que vive con su padre (mi marido anterior), del cual ignoro si no le “roban” a ella también lo poco que tiene de su vida, con la manera grosera que tienen ellos.
He intentado ya durante bastante tiempo contener mi rabia, pero por desgracia estamos asediados de un modo tan asfixiante, que se acabaron los límites de mi tolerancia. Quiero dirigir unas preguntas al señor Hrisohoidis: ¿Cuándo puede una democracia seguir a los ciudadanos? ¿Con qué métodos se pretende defender los derechos y las libertades del individuo? La ausencia de mi hija tiene para mí un costo inimaginable y creo que tengo todo el derecho de exigir que desaparezca cada presencia indeseable alrededor de mi familia. Tenemos que intentar encontrar -en cuanto esto sea posible- nuestra tranquilidad psíquica... SOLOS. No lo voy a prolongar más, solamente os puedo decir que tengo las pruebas para todo lo que dicho, así como las marcas y números de placas de coches y de motocicletas. Imagino que no os gustaría que los hiciera públicos.

Ahora quiero dirigirme a mi niña y decirle cómo me duele su ausencia, cómo me voy a dormir y me despierto con su fotografía, cuánta impaciencia tengo para poder apretarla en mis brazos, y quiero que sepa que estaré a su lado. En cuanto llegue la hora, lo vamos a pasar juntas y la voy apoyar con todas mis fuerzas hasta el final.

Mi querida Konstantina, te adoro.

Ksanthi Kontaktsoglou